Ciudad
del Vaticano, 19 Mar. (LÍDER / EFE).- Francisco comenzó hoy su pontificado con
una misa solemne, durante la cual le fue impuesto el palio y el anillo del
Pescador -símbolos del ministerio pontificio- y en la que hizo una vibrante
defensa de la naturaleza y dijo que el poder del papa es el servicio a los
otros, sobre todo a los pobres.
Ante
unos 200.000 fieles, según datos del Vaticano, el papa Bergoglio, que tras ser
elegido pontífice pidió que no se caiga en el pesimismo, invitó hoy a los
fieles a la esperanza, a pesar -dijo- de las "nubes grises".
"Jesucristo
ha dado un poder a Pedro, pero nunca olvidemos que el verdadero poder es el
servicio y que también el papa para ejercer el poder debe entrar cada vez más
en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz, debe poner sus ojos en
el servicio humilde, concreto, rico de fe", afirmó.
Francisco
agregó que el papa debe abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de
Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, "pero
especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños, al hambriento,
al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado".
Siguiendo
a san Franscisco de Asís, de quien ha tomado el nombre, llamó a que se respeten
todas las criaturas de Dios y el entorno en el que vivimos.
"Sed
custodios de los dones de Dios", exhortó, a la vez que aseguró que cuando
el hombre falla en esa responsabilidad, "cuando no nos preocupamos por la
creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón
se queda árido".
"Por
desgracia, en todas las épocas de la historia existen Herodes que traman planes
de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer",
manifestó.
En
su línea humilde, pidió "por favor" a todos los que ocupan puestos de
responsabilidad en el ámbito económico, político o social que
"custodien" la creación.
"No
dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este
mundo nuestro. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia, ensucian la
vida", subrayó.
La
misa solemne de inicio de pontificado sustituye a la de coronación e imposición
de la tiara, abolida en el Pontificado de Pablo VI (1963-1978), y el rito
estuvo basado en lo previsto en la reforma del Concilio Vaticano II y en modos
milenarios.
Comenzó
con la bajada de Francisco a la Tumba de San Pedro, en las Grutas Vaticanas,
para orar ante el Apóstol junto a los patriarcas y arzobispos mayores de las
iglesias católicas de rito oriental.
Mientras
tanto, los cardenales esperaron alrededor del Altar de la Confesión, en el
centro de la basílica de San Pedro, bajo el que se encuentra la tumba de Pedro,
totalmente vacía de fieles.
Tras
el rezo y en medio del canto de "Laudes Regiae", letanías en honor de
Cristo, en las que se resalta en nombre de los papas santos, Francisco salió a
la plaza, donde se procedió al rito de la colocación del palio y del anillo del
Pescador.
El
cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, el mismo que anunció su
elección el 13 de marzo, fue el encargado de imponerle el Palio, antigua
insignia episcopal.
Se
trata de una estola confeccionada con lana de cordero que simboliza al
Salvador, de 2,60 metros de largo y 11 centímetros de ancho, en la que están
colocadas cinco cruces rojas, que recuerdan las cinco llagas de Cristo, con alfileres,
que recuerdan los clavos de la cruz.
Después,
el cardenal decano, Angelo Sodano, le colocó el anillo del Pescador,
confeccionado en plata dorada. Lleva grabado al Apóstol Pedro con las llaves.
Francisco
lo llevará hasta su muerte o renuncia, cuando el camarlengo se lo retire y lo
machaque para que nadie pueda usarlo y a la vez para simbolizar el final del
papado.
Después,
seis cardenales en nombre del resto le mostraron obediencia.
La
misa la concelebró con los cardenales y con el prepósito de la Compañía de
Jesús, el español Adolfo Nicolás, y el General de los Franciscanos, el también
español Javier Rodríguez Carballo.
Acudieron
132 delegaciones oficiales, entre ellas la de Argentina, encabezada por la
presidenta Cristina Fernández; la de España, por los Príncipes de Asturias, y
de todos los países latinoamericanos.
También
asistió el patriarca ecuménico de Constantinopla, el ortodoxo Bartolomé I, el
metropolita (arzobispo) Hilarion, de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y representantes
de la Comunión Anglicana e iglesias protestantes. EFE
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