La Habana, 5 Jul. (PL).- Canadá, líder mundial del sector minero
y con una fuerte presencia en Latinoamérica, pretende seguir expandiéndose en
el
continente, pese al amplio rechazo de organizaciones ambientalistas,
académicos y comunidades originarias. Al decir del primer ministro de ese
norteño país, Stephen Harper, "viendo hacia el futuro, vemos la industria
minera canadiense creciendo en las Américas, algo que será beneficioso para la
prosperidad mutua y será prioridad de nuestro gobierno".
Pese a las denuncias y protestas
contra esas empresas en la región, aseguró durante la Cumbre de las Américas en
Cartagena de Indias, Colombia, que es una prioridad para su gobierno aumentar y
fortalecer la participación de compañías mineras canadienses en el continente.
"En el futuro próximo vemos una mayor inversión canadiense en recursos
naturales en las Américas; esto es algo que será bueno para nuestra prosperidad
y es una prioridad de nuestro gobierno... Hemos encontrado la manera de
convertir los activos minerales en un cimiento sostenible para el desarrollo
equitativo, y estamos dispuestos en cooperar como socios estratégicos con los
países de las Américas", afirmó Harper en la cita continental.
Según diversas fuentes, más del
80 por ciento de las compañías inversorasen el sector de la minería metálica en
este continente son de Canadá.Estas empresas, muchas transnacionales, se
asentaron en los últimos 20 años, cuando gobiernos neoliberales de la región le
dieron entrada libre a la inversión extranjera en medio de procesos
privatizadores. El geólogo de la Universidad de Costa Rica y especialista en
evaluación ambiental Allan Astorga considera que muchas de esas compañías
salieron de su país en busca de recursos sin explotar, pero en particular a
causa del endurecimiento de las normas que rigen la actividad minera en Canadá.
Después de dos décadas de
explotación, la supuesta prosperidad económica que traerían las mineras
canadienses a los países implicados y, en particular a las comunidades donde se
fueron asentando, dista mucho de lo esperado, según denuncias, contaminación,
destrucción de bosques, saqueo de minerales, pocas ganancias y más pobreza
forman parte de la herencia que dejan estas compañías.
El historiador y ecologista
canadiense Daviken Studnicki-Gizbert, profesor de la Universidad McGill, en
Montreal, asegura que "las crecientes actividades mineras de Canadá se han
convertido en una amenaza ambiental en Latinoamérica. Existen más de mil 500
empresas mineras canadienses, que operan en todo el continente, a tal punto que
la minería ha pasado a ser el enlace más importante entre Canadá y la
región".
Studnicki-Gizbert ha advertido
acerca de los conflictos generados por la extracción de mineral a cielo abierto
y el uso de territorios por las multinacionales, en particular, por los 1.246
proyectos mineros canadienses activos en Latinoamérica.Las explotadoras también
mantienen un ritmo gradual ascendente. Los impactos socioeconómicos, sanitarios
y ambientales de gran envergadura que provoca esta industria, a lo que se añade
la salida de las riquezas, son las principales causas del rechazo popular.
McGill señala que hace 20 años
había una docena de proyectos canadienses en Latinoamérica, pero en la década
de 1990 la crisis de la deuda obligó a los países a reactivar la minería y hoy
existen 1.246 proyectos canadienses activos en la región, los cuales parecían
ser la esperanza para muchas comunidades. Por el contrario, además de ser
altamente peligrosos, la mayoría de los puestos de trabajo creados son
efímeros, pues duran mientras el mineral no se agote o dependen de los vaivenes
del mercado.
Decenas de poblados en el
continente, donde estuvo asentado alguno de esos proyectos, permanecen en la
pobreza extrema y con potenciales riesgos para la salud de sus habitantes por
los altos niveles de contaminación, debido al mal manejo de químicos utilizados
en esta actividad.
El Observatorio de Conflictos
Mineros de América Latina contabiliza al menos 162 conflictos mineros por
explotación de oro en toda la región. En la última década, el precio del metal
áureo pasó de 270 dólares a entre 1.600 y 1.800 dólares la onza. Para extraer
cada gramo de oro se requieren dos o tres de mercurio, que es vertido a los
ríos en los lavaderos. Y las comunidades conocen bien sus consecuencias. En
este filón de riquezas, las personas más pobres son las más explotadas, en
particular los niños, tanto laboral como sexualmente, de acuerdo con la
organización no gubernamental Save The Children.
Las mineras Osisko Minning Corp,
Goldcorp, Barrick Gold, Fortuna Silver Inc, First Majestic Silver, son sólo
algunas de las envueltas en conflictos.
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