El Alto, 15 Nov. (Reuters).-
Caótica y desparramada en una planicie de los Andes, la ciudad boliviana de El
Alto es conocida por el mal de altura, la pobreza y el derrocamiento de
gobiernos, una reputación sobrecogedora que espanta a muchos negocios.
Pero años de relativo crecimiento
económico y estabilidad están cambiando tanto las actitudes como el acceso a la
riqueza en uno de los países más pobres y volátiles de Sudamérica, y hasta hay
empresarios que están mirando al potencial de El Alto.
Ya se proyectan los primeros
supermercados, centros comerciales y complejos de cines, con inversiones
privadas multimillonarias que hace una década eran impensables en Bolivia, y
menos en la urbe de mayoría indígena situada a 4.050 metros sobre el nivel del
mar.
Bancos y pizzerías se multiplican
en las polvorientas calles alteñas, repletas de peatones y vehículos aunque
escasas de oxígeno, donde florece toda clase de negocios instalados en
incontables edificios que por fachadas sólo muestran sus ladrillos.
"Antes casi no había ventas,
ahora con este gobierno hay algo para vender", dijo Alicia Villalba, de 33
años, que ofrecía ollas brasileñas en un mercado callejero que funciona dos
veces por semana y en el que se encuentra de todo, desde ovejas y películas
piratas hasta vehículos todo terreno.
"Yo espero que la economía
siga creciendo y que pueda mantener a mis hijos con este trabajo, nada más que
eso", comentó mientras que una mujer vestida con las tradicionales
polleras amplias y multiplegadas, y el infaltable sombrero tipo hongo, le
compraba un juego completo de ollas.
Las estimaciones arroja que unos
dos millones de dólares cambian de manos cada día en ese mercado, no el único
de su tipo en El Alto.
"Para mí está bien, hay
mucha ayuda para la gente pobre. Aquí por ejemplo los niños tienen ayuda con
sus materiales escolares", agregó la vendedora.
SEÑALES DE CAMBIO
El Alto fue decisivo en las
protestas que devinieron hace siete años en la elección del izquierdista Evo
Morales como el primer presidente indígena del país, y ahora se perciben las
señales iniciales de cambio de actitud entre los aproximadamente un millón de
habitantes de la ciudad, la mayoría aymaras.
"El Alto siempre era el
punto de partida de todo conflicto. ¿Por qué? Porque la gente no tenía nada
(...) hoy en día sí tiene algo que perder", dijo Alejandro Yaffar, un
hombre de negocios, dueño de un patio de comida rápida en El Alto y quien planea
construir otros dos centros comerciales en la misma ciudad.
"Ha despertado y abierto sus
ojos a una nueva realidad", afirmó en su oficina en la vecina La Paz, la
capital administrativa y política de Bolivia.
Falta mucho por hacer en El Alto,
donde todavía es común ver perros hurgando entre montones de basura callejera.
El agua potable y el alcantarillado son insuficientes y los comerciantes
alteños se quejan de la creciente criminalidad y la escasa vigilancia policial.
Ante estas persistentes
carencias, algunos alteños no ocultan su decepción con Morales y con el ritmo
del "cambio" prometido a su llegada al poder en enero del 2006.
"Aquí en El Alto todos lo
votamos, yo también", confesó Nora Villeros, luciendo a sus 65 años largas
y apenas canosas trenzas en su tienda llena de coloridos accesorios de baño.
"El nos ha ofrecido
maravillas pero pasaron los dos primeros años y después se olvidó de
nosotros", se quejó, afirmando que Morales había favorecido a los
militantes de su Movimiento al Socialismo (MAS) y a sus compañeros productores
de coca.
Muchos alteños son trabajadores
independientes que suelen rechazar los esfuerzos oficiales por incrementar los
tributos y combatir al contrabando, lo que resulta en frecuentes protestas
antigubernamentales de transportistas, comerciantes callejeros, juntas
vecinales, grupos cívicos, campesinos y hasta sindicatos.
MAS TRABAJO, MAS DINERO
El Alto no es el único lugar que
está cambiando en Bolivia, país mediterráneo de unos 10 millones de habitantes
que tiene la segunda reserva de gas natural de la región y ricos yacimientos de
estaño, zinc, plata y otros minerales, además del considerado mayor depósito
mundial de litio, el salar de Uyuni.
En La Paz, ubicada en una hoyada
entre la planicie alteña y las montañas andinas, el empleo creciente y créditos
relativamente accesibles han desatado una fiebre de construcciones, fenómeno
repetido en varias otras ciudades.
"Hay más trabajo y más
dinero y la gente está viviendo mejor que hace seis años", dijo Marco
Arkaza, empleado bancario de 33 años, al ingresar a uno de dos recién abiertos
complejos de cines y tiendas de La Paz.
"La gente tiene más poder
adquisitivo, hay más dinero y la gente joven y clase media tienen los recursos
para venir a este tipo de atracciones", afirmó.
Luego de siete años de un
crecimiento económico promedio de 4,7 por ciento, en los cuales el PIB per
cápita anual se duplicó a unos 2.200 dólares, Bolivia se sumó en el 2010 a la
lista de países de ingresos medios del Banco Mundial, lo que le abrió las
puertas a más créditos.
Autoridades gubernamentales dicen
que hasta un millón de bolivianos han ascendido desde la pobreza a la clase
media bajo el Gobierno de Morales, lo que atribuyen a factores como bonos para
estudiantes, madres y ancianos.
En el 2006, el 38 por ciento de
los bolivianos vivía en extrema pobreza, según el estatal Instituto Nacional de
Estadística. Esa cifra ha caído a un 25 por ciento actual, aunque
aproximadamente la mitad de los bolivianos es todavía pobre, según la Comisión
Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), de Naciones Unidas.
A algunos sectores les está yendo
especialmente bien, aunque los críticos consideran exagerada la cantidad de
recursos públicos gastados en la región tropical de Chapare, la base política
de Morales y donde se produce la mayor parte de la coca ilegal del país.
Las cooperativas mineras, por
otro lado, se han beneficiado tanto de favores políticos de Morales como de los
altos precios recientes de los metales.
En ciudades altiplánicas como
Oruro y Potosí, esta última famosa por su Cerro Rico de la época colonial, los
diarios publican historias de mineros convertidos súbitamente en millonarios
que gastan en autos de lujo y edificios, aunque muchos de sus compañeros de
oficio todavía trabajan en condiciones muy precarias y peligrosas.
"Este maravilloso impulso de
la minería (...) ha ido desarrollando mercados que ni siquiera eran pensados en
algún momento", dijo Christian Eduardo, presidente de la Cámara de la
Construcción de La Paz.
La industria de la construcción
ha crecido a un promedio de aproximadamente 10 por ciento desde el 2007,
forzando al país a importar cemento de Perú para cubrir la demanda.
EVO CONSERVADOR
Para sorpresa de sus detractores,
Morales ha acompañado su frecuentemente furibunda retórica izquierdista y
anticapitalista con una política fiscal conservadora, que le ha permitido
cerrar ya seis años consecutivos con superávit fiscal.
Morales, aliado y declarado
admirador del líder venezolano Hugo Chávez, ha nacionalizado la industria de
hidrocarburos y algunas minas y fundiciones, además de la generación eléctrica
y parte de las telecomunicaciones.
Las exportaciones de gas y
minerales le han permitido registrar reservas internacionales récord, al tiempo
que lograba controlar los precios, lejos de una histórica hiperinflación en la
década de 1980.
El Fondo Monetario Internacional
(FMI) calcula que la economía de Bolivia crecerá al menos un 5 por ciento en el
2013, mejor que la mayoría de sus vecinos.
"Bolivia ya ha dejado de ser
una país que mostraba debilidad en la economía, la economía boliviana ha
cambiado", dijo a fines de octubre el ministro de Economía, Luis Arce,
después de que el país hiciera una exitosa primera emisión de bonos soberanos
en casi un siglo.
La mayoría de los analistas
económicos opinó que la tasa de interés de menos de 5 por ciento lograda por
los bonos bolivianos era demasiado baja considerando que Morales había
ejecutado nacionalizaciones a menudo sin previo aviso ni compensaciones
inmediatas.
Para Horst Grebe, del instituto
privado de investigaciones Prisma, "lo interesante es que Bolivia ha
colocado a la mitad de la tasa que ha colocado Venezuela, es un mensaje
importante".
"El problema es que el
crecimiento más grande en Bolivia es en sus cifras macroeconómicas pero no hay
una transformación de la economía productiva que puede sostener eso en el largo
plazo", agregó.
Su advertencia partía de la
constatación de que Bolivia no ha logrado superar su dependencia de las
exportaciones de materias primas no renovables.
El gas natural y los minerales
representaron el 87 por ciento de los 9.100 millones de dólares exportados el
año pasado, dijo Gary Rodríguez, del Instituto Boliviano de Comercio Exterior,
un organismo que asesora al empresariado privado.
"EBRIO DE PODER"
Mientras economistas de Wall
Street alababan la política macroeconómica "prudente" de Morales,
críticos locales decían que el indígena ha traicionado a sus seguidores por
supuestamente incumplir promesas claves y favorecer a los grandes negocios.
"Desde que llegaron los
españoles, un indio nunca llegó a ser presidente. Era el sueño del pueblo y la
gente ha pensado que esto podría ser diferente, pero después de seis años
(Morales) nos ha deshonrado", dijo el veterano activista indígena Felipe
Quispe, conocido como El Mallku -cóndor o jefe máximo en aymara-.
Con seis años y 10 meses en el
poder, Morales, de 53 años, se convirtió en el presidente electo por voto
popular que permanece más tiempo ininterrumpido en el gubernamental Palacio
Quemado de La Paz, algo destacable en el históricamente inestable país.
Una encuesta realizada en octubre
por la firma Ipsos mostró que el gobernante indígena tenía una aprobación del
53 por ciento en áreas urbanas y del 69 por ciento en el campo.
Esta aparente fortaleza, sin embargo,
no lograba disimular algunos resonantes tropiezos políticos de Morales, como
las protestas de indígenas amazónicos contra una carretera y el rechazo a una
fugaz alza de combustibles hace dos años.
Opositores tanto de derecha como
de izquierda quisieran ver candidatos fuertes para la elección presidencial del
2014, en la que Morales buscaría un histórico tercer mandato consecutivo.
"El Gobierno se ha
equivocado mucho (...) están borrachos con el poder (y) la gente está aburrida,
quiere ver otra cara", aseguró Quispe, acusando a Morales de intentar
acallar a los medios críticos.
Algunos grandes proyectos de
infraestructura, como un sistema de teleféricos de 234 millones de dólares
entre La Paz y El Alto y una autopista entre La Paz y Oruro, deberían estar
concluidos poco antes de la elección, aunque tal vez queden lejos de satisfacer
las enormes necesidades de estas ciudades.
"Hemos visto que ha habido
mucha inversión en la ciudad, pero esta inversión no satisface aún", dijo
Javier Ajno, presidente de la poderosa federación de vecinos de El Alto,
conocida por su sigla FEJUVE.
FEJUVE fue protagonista en la
llamada Guerra del Gas que provocó la caída del presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada en el 2003 y reeditó su fuerza en las protestas que derribaron dos años
después al presidente Carlos Mesa.
Ajno dijo que el espíritu rebelde
de El Alto está vivo todavía, pero que por ahora la gran mayoría de los alteños
apoya a Morales.
"El Alto ha sido la cuna de
este proceso de cambio (...) el pueblo alteño ha llevado a un indígena a la
presidencia y esto todavía se mantiene, está intacto, la gente todavía cree en
este proceso", afirmó.
"Seguro que nos falta mucho
pero de aquí a cinco o diez años (El Alto) va a ser la ciudad del futuro",
confió.
FUENTE: Reuters / 15 Nov. 2012
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