Luxemburgo, 20 Oct. (LÍDER / EFE).-
Guillermo y Stéphanie, príncipes de Luxemburgo, se han dado el sí quiero en la
Catedral de Nuestra Señora, en una ceremonia religiosa oficiada por el
Arzobispo Jean-Claude Hollerich, y en la que se han congregado las casas reales
reinantes y no reinantes de todo el mundo.
La novia llegó sonriente y
puntual en el extrañamente soleado día de otoño que luce en Luxemburgo a bordo
de un automóvil Daimler DS 420 de color azul, comprado por la Familia Gran
Ducal.
Stéphanie, hija de los Condes de
Lannoy de Bélgica, es princesa de Luxemburgo desde este viernes, coincidiendo
con el enlace civil con Guillermo, el heredero del Gran Ducado.
La joven, de 28 años, entró a la
catedral de la mano de su hermano mayor y heredero al título de Conde de
Lannoy, Jehan, y nada más llegar al altar besó a su padre.
Stéphanie ha optado por un
vestido clásico de color champán, velo de 5 metros de tul y una tiara de 260
brillantes que pertenece a la familia de la novia y es obra de la firma
Althenloh de Bruselas.
El traje, de Elie Saab, con
bordados de oro, de corte barco al frente, un gran escote en la espalda y manga
larga francesa.
Según ha informado el Gran Ducado
a los centenares de periodistas acreditados al enlace de todo el mundo, para
elaborar el vestido se han empleado 3.200 horas de trabajo para los bordados y
700 horas de costura.
Guillermo, de uniforme militar,
ha guiñado el ojo a su princesa cuando ha llegado al altar por la misma
alfombra roja que recorrieron sus padres, Enrique y María Teresa, Grandes
Duques de Luxemburgo en su enlace en 1981.
La composición que ha abierto la
ceremonia, que ha durado más de dos horas, es "Grosser Gott" de
compositor Ignaz Franz.
Durante la ceremonia se han
leído, entre otros textos, la carta de San Pablo a los Corintios y el evangelio
de Jesucristo según San Mateo.
El Arzobispo ha iniciado su
homilía con una oración en recuerdo de la recientemente fallecida madre de la
novia, la condesa Alix della Faille de Leverghem.
La imagen de Nuestra Señora de
Luxemburgo en la catedral está también decorada con un velo para honrar a la
condesa ausente y en ella se ha depositado el ramo de novia.
La ceremonia se ha oficiado en
los idiomas del Gran Ducado (francés, alemán y luxemburgués) además de en
inglés y flamenco.
En la ceremonia televisada, los ciudadanos
han podido escuchar a la princesa en su ya bien aprendido luxemburgués.
Una de las invitadas que más se
emocionaron con la ceremonia fue Paola de Bélgica, que no pudo contener las
lágrimas ante la boda de la joven condesa belga, de una de las familias más
aristocráticas del país y a la que considera prácticamente de la familia.
Los Príncipes de Asturias se han
sentado junto a los herederos de Bélgica, Felipe y Matilde.
La princesa de Asturias, que
asiste hoy a su cuarta boda real, ha optado por un conjunto de abrigo y vestido
en la misma línea del que lució para el enlace de Guillermo y Catalina en 2011.
Letizia llevaba un abrigo de
guipur de seda en tono maquillaje, un vestido de crepé de color topo y un
sombrero bajo y ladeado del mismo tono.
Tras la ceremonia, los príncipes
saludarán en el balcón de Palacio y después celebraran una recepción.
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