Argentina, 18 Oct. (LÍDER /
infobae).- El ex presidente de Brasil dijo que sólo quiere ayudar a
“mejorar la vida de los brasileños”. En el Coloquio de IDEA en Mar del
Plata destacó su relación con la Argentina.
Ningún empresario se quería
perder la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la ciudad de Mar del Plata,
en la provincia de Buenos Aires. Es por eso que el 48º
Coloquio de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino)
superó los 900 inscriptos, todos con los ojos puestos en el ex presidente de
Brasil.
Lula dio el discurso de apertura
de uno de los encuentros anuales más importantes en el mundo empresarial del
país, y fue un imán para muchos políticos y economistas argentinos. Todos
buscaban la foto con el ex mandatario. “Voy a hablar despacio y tomar agua,
porque aún tengo una edema en la garganta. Yo era líder sindical, bebía grapa.
Ahora bebo agua”, dijo en referencia a su tratamiento contra el cáncer
de laringe. Desde allí, todas las referencias a su enfermedad las hizo en
formato chiste.
Pero esa advertencia pasó
desapercibida luego de una hora y diez minutos de discurso, en el que destacó
el desarrollo
económico de Brasil, la “gran
amistad con Cristina Fernández de Kirchner” y el papel de América Latina en
un mundo en crisis. Si bien dijo que los países desarrollados actuaron para
evitar la quiebra del sistema financiero, “ignoraron a los trabajadores”.
Algunas encuestas revelan que si
se presenta como candidato presidencial, será elegido presidente una vez más.
Pero en un ambiente repleto de empresarios y políticos, el ex presidente dio a
entender que no buscaría un nuevo mandato “Ya no tengo aspiraciones políticas.
Una persona de casi 67 años no tiene que pensar mucho en el futuro”, deslizó.
Sin embargo, dijo que quiere
ayudar a su partido político y a Dilma Rousseff, la actual presidente, para que
finalice bien su mandato. “Ella está mucho mejor preparada que yo”, aseguró.
“Un presidente no lo sabe todo y tiene que oír a toda la sociedad”.
El líder de la
Confederación General del Trabajo (CGT) de Argentina, Hugo Moyano, el
político opositor Francisco de Narváez y el gobernador de Córdoba (centro del
país), José Manuel de la Sota, eran de los privilegiados que escuchaban al ex
mandatario desde las primeras filas.
“Mis amigas y mis amigos”, decía
todo el tiempo, refiriéndose a la audiencia. Con esa pequeña introducción, Lula
hizo foco en los trabajadores en gran parte de su discurso. “Sacamos a 40
millones de personas de la pobreza”, aseguró. Un número que equivale a toda
la población de la Argentina, había destacado antes Ignacio Stegmann,
presidente del Coloquio. “Mi guerra en Brasil es contra la pobreza, la miseria
y el hambre”, dijo.
En este sentido, remarcó la
importancia de prestarle atención a América del Sur. “Cardoso y Menem competían
por ver quién era más amiguito de Clinton. No soporto ver a gobernantes
brasileños y argentinos tan cerca de los EEUU”, expresó. Mirar a
kilómetros de distancia y no observar las fronteras es un error en el que Lula
no quiere caer.
Y es por eso que el político
comentó que “Brasil no tiene que crecer solo. No puede ser una isla cercada por
países pobres”, agregó. La relación con la Argentina tuvo un capítulo aparte,
pues dijo que “nunca hubo tanta amistad y confianza entre los gobiernos y los
pueblos. Juntos seremos más prósperos y respetados en todo el mundo”.
El fútbol fue, sin dudas, el
único sector donde Lula no se mostró interesado en zanjar diferencias. “No
hagan con Brasil en este mundial lo que Uruguay hizo con nosotros en 1950. No
nos hagan pasar por esa pesadilla”, recordó, ante un público que respondía con
risas a cada una de sus ocurrencias. “Brasil tiene que mirar a la Argentina
como prioridad y la Argentina a Brasil”, concluyó.
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