San Salvador, 29 Dic. (PL).- El Salvador culminó 2011 con sus primeros dos municipios libres de analfabetismo, gracias a un programa nacional iniciado en marzo de 2010 y que ha rescatado de la ignorancia a más de 100 mil personas.
El esfuerzo forma parte del Plan Social Educativo Vamos a la Escuela, que busca también modernizar los sistemas de enseñanza y su calidad para preparar mejor a los estudiantes para la vida, de acuerdo con las autoridades.
Es acompañado con un programa presidencial para entregar gratuitamente dos uniformes, zapatos y los útiles escolares a los alumnos hasta secundaria, que ha elevado la matrícula de las escuelas públicas y bajado la deserción escolar.
La primera demarcación en recibir la condición de libre de analfabetismo el pasado día 19 fue Comacarán, ubicado en la zona más montañosa del oriental departamento de San Miguel, a unos 160 kilómetros de la capital.
Siguió, tres días después, el municipio de San Francisco Lempa, una pintoresca villa del norteño departamento de Chalatenango, ubicada en las colinas de la ribera norte del embalse Cerrón Grande o lago Suchitlán.
En los actos, el vicepresidente de la República y ministro ad honorem de Educación, Salvador Sánchez Cerén, destacó que el hecho es un acontecimiento histórico, que llena de esperanzas en el futuro de la nación.
Un municipio sin analfabetos es un verdadero tesoro, es la más grande alegría de nuestro país. Nuestra aspiración es brindarles una mejor calidad de vida. La educación es el elemento fundamental para el desarrollo del país, afirmó.
Al asumir el Gobierno del presidente Mauricio Funes, el 1 de junio de 2009, el país sufría un índice de analfabetismo del 17,9 por ciento de los mayores de 15 años, más de 680 mil personas, en su mayoría mujeres.
La cartilla de alfabetización empleada se basa en el método cubano Yo sí puedo, adoptado a los patrones culturales de la nación por un grupo de pedagogos salvadoreños en 2006.
El impacto del programa en las vidas de las personas beneficiadas fue explicado con el lenguaje llano de la gente humilde.
Yo no sabía que era una letra, era como andar como ciego, contó María Hernández Argueta, de 67 años, cuya vida de pobreza condenó a su familia casi a labores de sobrevivencia.
Ahora me siento bien, ya no tenemos que poner el dedo para firmar, podemos hacer trámites, solicitar documentos y hasta casarnos, dijo.
Para Magdaleno Escobar, de 47 años, es también una manera de movilizarse en el transporte público sin necesidad de ayudas. Antes no podía leer los rótulos (de identificación de los ómnibus), relató a Prensa Latina.
A Regina Escobar, madre de Magdaleno y sus 13 hermanos, nueve de ellos mujeres, la pobreza la predestinó a lavar, cocinar, limpiar la casa.
Ahora, con su mano, aún inexperta, escribe su nombre y apellidos, en un gesto sencillo, pero cargado de justicia para la anciana.
Nunca vi una escuela... pero ahora, gracias a Dios, ya viejitos, alcanzamos siquiera a poner el nombre, dijo.
Sánchez Cerén anunció que las proclamaciones de municipios continuarán el año entrante, y en enero, la recibirán otros del departamento de Chalatenango: Azalcuapa y San Antonio Los Ranchos.
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