La segunda torre, en el momento del choque (AP) |
EE.UU. 10 Sep. (LÍDER / Cuaderno de Cs.).- Según una encuesta realizada en el año 2006, el 16% de los estadounidenses adultos creían que el World Trade Center pudo resultar destruído el fatídico 11 de septiembre de 2001 como resultado de una demolición controlada, y no a causa del impacto de los aviones secuestrados por al-Qaeda.
La idea fue rechazada por el NIST (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología), que llegó a la conclusión de que no hubo explosivos, ni demolición controlada, implacados en el colapso de los edificios del World Trade Center.
Estados Unidos parece un país especialmente proclive a creer que el gobierno lucha por engañar a sus propios ciudadanos en asuntos de gran relevancia histórica. Lo vimos en casos muy famosos como la llegada del hombre a la luna, el asesinato del presidente Kennedy o el incidente de Rosweel en 1947, que dio lugar a la ufología y al mito del área 51.
Los atentados del 11 de septiembre no iban a quedar ajenos a esta tendencia. Existe todo tipo de teorías alternativas a la oficial, desde los que proponen que agentes secretos extranjeros (Israel o Pakistán, por ejemplo) estuvieron detrás del ataque, a los que opinan que fue directamente el Gobierno de los Estados Unidos quien, o bien orquestó y perpetró los ataques, o bien conociendo de antemano los planes del atentado no hizo nada para evitarlos.
Como en todo caso clásico de conspiración, la Casa Blanca solo acepta la versión oficial del atentado ejecutado por 19 miembros de la organización al-Qaeda, y califica a aquellos que creen en teorías alternativas como una mezcla de inadaptados y paranoicos que ven detrás de cada acontecimiento una mano macabra vinculada al poder.
Los defensores de la conspiración estiman que el impacto de un avión contra una torre de esas dimensiones, cuya estructura central está formada de acero, debería haber podido resistir el impacto sin colapsar, de ahí la necesidad de añadir explosivos a la estructura interna para realizar una voladura controlada. Sin embargo, el NIST concluyó en su investigación que en efecto, las torres gemelas podrían haber sobrevivido al impacto de las aeronaves de no ser por el intenso calor que se produjo por los incendios que siguieron a las explosiones. Lo cierto es que nunca antes del 11 de septiembre el mundo había visto desplomarse a un rascacielos con núcleo de acero a causa del fuego. De hecho, en España muchos recordamos el voraz incendio de la Torre Windsor en plena Castellana madrileña, que sin embargo logró permanecer en pie.
A "evidencias" como esta se debe el halo de escepticismo en el que se amparan los seguidores de teorías alternativas. La realidad, sin embargo, indica que el núcleo de la Torre Windsor era de hormigón, mucho más resistente al fuego que el de acero del WTC, además de que el edificio no sufrió el impacto de un Boeing 767.
Ya han pasado 10 años desde aquellos trágicos acontencimientos, sin duda un hito histórico en todo occidente, y parece la visión conspiracionista no termina por desvanecerse; más bien todo lo contrario
Bueno es recordar parte del trabajo científico del NIST, que un año después de los atentados explicó de forma seria y razonada el colapso de los edificios del WTC.
Las dos aeronaves que impactaron con las torres a alta velocidad produjeron daños considerables a los componentes estructurales principales (columnas centrales, suelos y columnas perimetrales). Sin embargo, las torres soportaron los impactos y habrían permanecido en pie de no ser por que estos arrancaron el aislamiento ignífugo que aislaba las diferentes plantas, provocando la extensión del incendio por varios pisos.
La robustez del sistema de tubos perimetral de los edificios y su gran tamaño ayudó a que las torres resistieran el impacto. El sistema estructural redistribuyó las cargas allí donde las aeronaves impactaron, evitando daños a gran escala inmediatamente después de las explosiones. Sin embargo, en ambas torres, una combinación diferente de daños por impacto y componentes estructurales debilitados por el calor contribuyeron al colapso de las mismas.
La robustez del sistema de tubos perimetral de los edificios y su gran tamaño ayudó a que las torres resistieran el impacto. El sistema estructural redistribuyó las cargas allí donde las aeronaves impactaron, evitando daños a gran escala inmediatamente después de las explosiones. Sin embargo, en ambas torres, una combinación diferente de daños por impacto y componentes estructurales debilitados por el calor contribuyeron al colapso de las mismas.
En la torre 1, los incendios debilitaron el núcleo de columnas provocando que las plantas de la cara sur del edificio se encorvaran. Estas tiraron a su vez hacia dentro de las calentadas columnas perimetrales del lado sur, reduciendo su capacidad para soportar el peso del edificio sobre ellas. A medida que las columnas del sur comenzaron a torcerse, las columnas cercanas a esta zona sufrieron una sobrecarga, provocando que la parte superior del edificio se inclinase hacia el sur y comenzase a descender provocando el colapso del edificio.
Mientras, en la torre 2 el núcleo sufrió daños graves en la esquina sudeste, moderados gracias al apuntalamiento de la cima del edificio (realizado para soportar el peso de las antenas), de las paredes del este y sur. Los incendios en el lado este de la edificación provocaron el combado de algunas plantas; esto, a su vez, tiró de las calentadas columnas perimetrales hacia dentro, reduciendo su capacidad para soportar la torre sobre ellas. Las columnas vecinas sufieron pronto sobrecargas (tal y como pasó en la torre 1) y la parte superior del edificio se inclinó hacia el este y el sur, iniciando el descenso que arrastraría a toda la torre.
La torre 2 colapsó antes que la 1 porque la aeronave que impactó contra esta produjo más daños en el núcleo del edificio. Además, el impacto arrancó grandes porciones del aislamiento ingífugo instalado entre las plantas, provocando que los incendios se extendieran más rápidamente. Los expertos concluyeron tras el trabajo de investigación que, de haberse mentenido el aislamiento, las torres gemelas no se hubieran caído, convirtiendo el suceso en un incendio convencional mucho menos intenso que los del 11-S 11 de septiembre.
Así pues, el NIST no necesitó estudiar ni corroborar hipótesis alternativas como la presencia o no de explosivos en los edificios, ya que todas sus teorías se ven además confirmadas por la existencia de numerosas grabaciones del momento en que ambos edificios colapsaron provocando la muerte de unas 3.000 personas. Afortunadamente, aquella mañana el WTC se encontraba solo a un tercio de su capacidad de ocupación; de haber estado el edificio ocupado completamente, los expertos creen que la tragedia se hubiera saldado con unas 14.000 muertes.
FUENTE: http://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-de-ciencias/vol%C3%B3-la-casa-blanca-el-world-trade-center-144416976.html
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