Ciencia, 10 Sep. (LÍDER).- Un nuevo estudio aporta datos esclarecedores que permiten explicar por qué la temperatura de la atmósfera exterior del Sol, o corona, es muchísimo más alta que la de su superficie.
Lo descubierto podría llevar a los científicos un paso más cerca de conocer plenamente el a veces intrincado ciclo solar y la influencia exacta que ciertos fenómenos solares tienen sobre la Tierra.
En el nuevo estudio, ha sido crucial el uso de las observaciones satelitales para revelar que ciertas oscilaciones magnéticas que llevan energía desde la superficie del Sol a su corona son mucho más potentes de lo que se pensaba. Estas ondas tienen la energía suficiente para calentar la corona e impulsar al viento solar, una corriente de partículas cargadas expulsadas desde el Sol y que afecta a todo el sistema solar.
El flujo de masa y energía proveniente de la corona influye en la cantidad de radiación ultravioleta que llega a la Tierra. También ejerce un papel fundamental en los fenómenos que conducen al desarrollo de tormentas geomagnéticas, capaces de hacer funcionar mal, o incluso dejar inservibles, a dispositivos electrónicos de muchas clases, desde los usados en telecomunicaciones hasta los que se emplean en redes de suministro eléctrico.
Lo descubierto por el equipo de Scott McIntosh, del Centro Nacional estadounidense de Investigación Atmosférica (NCAR), permitirá conocer mejor cómo se puede transferir suficiente energía desde el interior del Sol para mantener la corona a una temperatura tan elevada, y para impulsar a las partículas del veloz viento solar. Y también puede ser de gran ayuda para ayudar a resolver algunos misterios fundamentales acerca de cómo esa energía se transfiere al espacio interplanetario.
El estudio ha sido realizado por científicos del NCAR, el Laboratorio Solar y de Astrofísica de Lockheed Martin, la Universidad de Oslo en Noruega, y la Universidad Católica de Leuven en Bélgica.
El estudio ha sido realizado por científicos del NCAR, el Laboratorio Solar y de Astrofísica de Lockheed Martin, la Universidad de Oslo en Noruega, y la Universidad Católica de Leuven en Bélgica.
FUENTE: Noticiasdelaciencia.com
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