Perú, 28 Jul. (LÍDER / infobae.com).- El mandatario saliente temía que los nuevos diputados oficialistas le hicieran una "emboscada" y lo silbaran. Por eso entregó la banda a Jaime Araujo, jefe de la Casa Militar, y se retiró de la Casa de Gobierno.
Fue un acto simbólico, ya que hace una semana que venía asegurando que no asistiría a la ceremonia de cambio de mando. Es cierto que la legislación no lo obliga, pero se trataría de un hecho inédito, ya que, tradicionalmente, quien cierra la puerta, antes se la abre al nuevo elegido del pueblo.
Consultado por los medios locales, García aseguró que no se trata de un "chantaje" su indecisión en este terreno. "Al tener mayoría parlamentaria, Humala y Alejandro Toledo pueden asegurar que no habrá un circo", declaró a la emisora RPP Noticias.
El líder nacionalista ganó las elecciones en el ballottage del último 5 de junio ante Keiko Fujimori. En el mes de campaña, entre la primera y la segunda vuelta, Humala se acercó a los equipos técnicos del ex presidente Alejandro Toledo, cuarto en la contienda del 11 de abril. De hecho, varios miembros del flamante gabinete humalista surgieron de conversaciones con el ex mandatario.
Cuando García pone en el mismo nivel de poder a Humala y a Toledo, intenta dar cuenta de una supuesta debilidad del nacionalista. Si Toledo tiene tanta influencia como para acallar a los diputados "impertinentes" que pueden hacerle pasar un mal momento, entonces, la primera minoría del Congreso peruano que ostenta el nuevo presidente no tiene un futuro promisorio.
El Congreso peruano es unicameral. De los 130 escaños, el humalismo cuenta con 47, el fujimorismo con 37, Toledo tiene 21 bancas, 12 son las de Alianza por el Gran Cambio (de Pedro Pablo Kuczynski, el tercero en la primera vuelta del 11 de abril), Solidaridad Nacional (que impulsó la candidatura del ex alcalde de Lima Luis Castañeda) tiene 9 representantes y sólo 4 ostenta el partido de García.
"Ellos tienen la bancada mayoritaria, si se garantiza el respeto a la Presidencia de la República, si se garantiza que no haya un circo ni emboscada, obviamente, yo voy, lo que quiero es guardar las formas del Perú republicano", decía García -recalcando el "ellos"- en todas las intervenciones públicas que le permitieron las horas de su último día al frente de la presidencia de Perú.
El mismo Toledo, ahora revalorizado a pesar de su poco decoroso cuarto puesto, fue uno de los que instó a García a cambiar de opinión y, finalmente, acudir a la ceremonia. A través de su cuenta en Twitter, pidió que "respete la tradición democrática y entregue la banda presidencial a su sucesor en el Congreso, por respeto al pueblo".
El verdadero protagonista de la jornada, Humala, hizo gala de la mesura y la prudencia que ensaya desde que perdió las elecciones en 2006. En aquella oportunidad, su imagen radical hizo que García lo venciera en la segunda vuelta. Ahora que se pretende más conciliador, sólo declaró: "No es usual [la inasistencia del mandatario saliente]. De repente no han sido las condiciones que esperaba, no ha sido el resultado electoral que él esperaba, en fin, yo lo dejo ahí".
El Humala actual morigeró su discurso. Evitó emparentarse con el venezolano Hugo Chávez y repitió hasta el cansancio que su modelo de gobierno era el de Lula Da Silva en Brasil. "Lo lamento, pero no es grave", repitió ante cada uno de los vaivenes de García.
No hay comentarios:
Publicar un comentario