Bolivia, 5 Dic. (ANF).- Tres nuevos factores han puesto a la seguridad alimentaria en el debate nacional e internacional y es el progresivo incremento del número de hambrientos y de hambrunas, el acaparamiento de tierras y el alza y la volatilidad de precios en los mercados internacionales. En vías de remediar esta situación se propone un debate serio que ponga los límites a este modelo y poner de relieve la importancia económica de la pequeña producción campesina en el sistema alimentario, especialmente de las mujeres.
La entidad de análisis e investigación sobre las condiciones de alimentación en el mundo Oxfam ha detectado la existencia de una “crisis sistémica” en el sistema alimentario a nivel mundial y que no se trata de una cuestión simplemente del agro sino del quiebre sistémico del todo el sistema de alimentación a nivel global.
“Se trata de una campaña contra el hambre, porque existe el cumplimiento del sagrado derecho a la alimentación de todos y todas, y por tanto que el día de hoy 920 millones de personas se irá a la cama con el estomago vacío, eso significa que una de cada siete personas pasará hambre”, afirmó Luis Camacho, director asociado de OXFAM en Bolivia y vocero de la campaña CRECE.
De acuerdo con un nuevo informe de OXFAM, en el mundo se están revirtiendo décadas de progresos contra el hambre debido al quiebre del sistema alimentario y la crisis ambiental; en las próximas décadas, el aumento constante de los precios de los alimentos dejarán a millones de personas hambrientas a menos que se cambien radicalmente las formas de cultivar y distribuir los alimentos.
“Esta crisis responde a que el sistema alimentario mundial, en vez de responder al cumplimiento del sagrado derecho a la alimentación para todos y todas, responde a intereses económicos y políticos de algunas grandes corporaciones internacionales y de algunos gobiernos que se prestan a esos intereses”, aseveró Camacho.
Para efectivizar la campaña, OXFAM y CRECER identificaron cuatro elementos, el primero de ellos es que en los últimos 50 años los organismos internacionales, las organizaciones de desarrollo, los gobiernos, las Naciones Unidas y algunas naciones estaban empeñadas en la reducción sistemática del número de hambrientos en el mundo.
Sin embargo, al inicio del siglo XXI a partir del año 2000, hubo un progresivo incremento del número de hambrientos y de hambrunas en el mundo que están marcadas por el 2008, cuando se vivió un momento crítico, cuando se sufrió la crisis alimentaria más grave de los últimos años.
En tanto que el problema en Bolivia no muestra una cara diferente, la extrema pobreza afecta a 2,7 millones de personas de las cuales un millón residen en el área urbana y 1,7 millones están en el área rural. El porcentaje de desnutrición crónica afecta al 20,3% de niños y niñas menores de tres años (baja talla para la edad) y la desnutrición global (bajo peso para la edad) afecta al 6,1% de los niños y niñas menores de cinco años.
Otro de los factores es el estancamiento global de la producción, después de las teorías de la revolución verde y la gran inversión a nivel gubernamental y de organismos multilaterales, en la agroindustria a gran escala “donde los crecimientos productivos a nivel global han sufrido decrecimientos sistemáticos, llegando en los últimos años a un crecimiento agregado a nivel mundial que no supera el 2%.
“Es decir, invertimos cada vez más en tecnología, en frontera agrícola, en sistemas supuestamente modernos de producción de alimentos y, sin embargo, nuestra capacidad de producir cada vez más alimentos se ve cada vez más reducida”, explicó Camacho.
El acaparamiento de tierras es mencionado como un factor inquietante, dado que en la región se atraviesa los problemas de latifundios y que derivan de los procesos de reforma agraria, porque derivan de ella.
“Son los gobiernos que carecen de tierra para producir alimentos para su población, quienes están adquiriendo grandes cantidades de tierra en otros países, como en el oriente medio que compran tierras en África y en el continente americano”, explicó el director asociado de OXFAM en Bolivia.El último indicador que señala la crisis sistémica es un proceso de alza y volatilidad sistemática de precios en los mercados internacionales. En los últimos años hemos entrado en una vorágine de inestabilidad de precios de los alimentos básicos en todo el planeta.
En ese sentido, se propone un debate serio que ponga los límites al modelo que dice que la inversión en la agro exportación es la solución a todos los problemas. Este proceso lleva a una inseguridad alimentaria, y poner de relieve la importancia económica que tiene la pequeña producción campesina en nuestro sistema alimentario, especialmente la de las mujeres.
FUENTE: ANF citado por El Mundo
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