La Paz, 13 Oct. (LÍDER / PL).- Bolivia consolida hoy su camino hacia la plena descolonización, un concepto que trasciende incluso lo establecido por la Constitución Política del Estado Plurinacional, vigente desde 2009.La más reciente concentración popular, la víspera, en una céntrica plaza de La Paz, en apoyo al proceso de cambio iniciado por el presidente Evo Morales hace cinco años, fue apenas una muestra de la solidez de las nuevas estrategias a favor de sectores históricamente desprotegidos, en particular los originarios y los campesinos.
Más allá de la declaratoria por decreto supremo de considerar cada 12 de octubre como Día Nacional de la Descolonización, el propio Morales recordó que es también la osadía de dignificar al país en el orden económico, con honestidad y transparencia en su conducción.
Morales y varios líderes de organizaciones sociales recordaron que uno de los primeros pasos en ese proceso, no exento de errores y muchos obstáculos opositores, lo primero fue la nacionalización de los recursos naturales, la materia prima que brota de la Madre Tierra y cuyas utilidades solo ahora son para el pueblo y ya no para las trasnacionales.
También precisaron que descolonizarse es diseñar e implementar obras, proyectos y políticas con voz propia, ajena a los dictámenes de organismos internacionales o de la embajada de Estados Unidos, como repitieron decenas de gobiernos neoliberales, antes de 2005.
En ese avance hacia una nueva etapa, Morales incluso convocó para diciembre de este año a las organizaciones bolivianas, a los intelectuales y empresarios honestos, a los jóvenes, a repensar una nueva agenda relacionada con el Plan Nacional de Desarrollo, con más sustento en la industrialización de los recursos naturales.
Atrás quedó, dijo, la llamada agenda de Octubre de 2003, en homenaje a las víctimas de una represión militar contra una revuelta social en defensa del gas natural, que obligó a dimitir y huir del país a criminales como el expresidente Gonzalo Sánchez de Losada.
Cumplimos esa meta, decía Morales en alusión a la recuperación de los hidrocarburos a manos del Estado o la creación de una Asamblea Constituyente, que redactó la primera Carta Magna aprobada por el pueblo en las urnas en enero de 2009 y promulgada un mes después.
Para el dignatario, esa descolonización no estaría completa sin la respuesta popular en los comicios del Poder Judicial del próximo domingo 16 de octubre.
Por primera vez en la historia nacional y el mundo los bolivianos decidirán de manera democrática y soberana a los magistrados que resolverán de forma independiente miles de procesos enturbiados hoy por la corrupción de los administradores de justicia.
La descolonización en Bolivia es además, a juicio de sus autoridades, la oportunidad histórica de trasmitir a otras naciones experiencias como la de defender el acceso al agua potable como un derecho humano.
Morales alertó, no obstante, que la Revolución democrática y cultural no deja de estar amenazada por quienes desde dentro y desde fuera apuestan ahora por confundir y enfrentar a los propios protagonistas del cambio.
En ese sentido, la descolonización y su victoria definitiva, afirmó, están ligadas de forma indisoluble a la necesaria unidad de los sectores más humildes, tal como la concibieron los forjadores de la nación suramericana.
Más allá de la declaratoria por decreto supremo de considerar cada 12 de octubre como Día Nacional de la Descolonización, el propio Morales recordó que es también la osadía de dignificar al país en el orden económico, con honestidad y transparencia en su conducción.
Morales y varios líderes de organizaciones sociales recordaron que uno de los primeros pasos en ese proceso, no exento de errores y muchos obstáculos opositores, lo primero fue la nacionalización de los recursos naturales, la materia prima que brota de la Madre Tierra y cuyas utilidades solo ahora son para el pueblo y ya no para las trasnacionales.
También precisaron que descolonizarse es diseñar e implementar obras, proyectos y políticas con voz propia, ajena a los dictámenes de organismos internacionales o de la embajada de Estados Unidos, como repitieron decenas de gobiernos neoliberales, antes de 2005.
En ese avance hacia una nueva etapa, Morales incluso convocó para diciembre de este año a las organizaciones bolivianas, a los intelectuales y empresarios honestos, a los jóvenes, a repensar una nueva agenda relacionada con el Plan Nacional de Desarrollo, con más sustento en la industrialización de los recursos naturales.
Atrás quedó, dijo, la llamada agenda de Octubre de 2003, en homenaje a las víctimas de una represión militar contra una revuelta social en defensa del gas natural, que obligó a dimitir y huir del país a criminales como el expresidente Gonzalo Sánchez de Losada.
Cumplimos esa meta, decía Morales en alusión a la recuperación de los hidrocarburos a manos del Estado o la creación de una Asamblea Constituyente, que redactó la primera Carta Magna aprobada por el pueblo en las urnas en enero de 2009 y promulgada un mes después.
Para el dignatario, esa descolonización no estaría completa sin la respuesta popular en los comicios del Poder Judicial del próximo domingo 16 de octubre.
Por primera vez en la historia nacional y el mundo los bolivianos decidirán de manera democrática y soberana a los magistrados que resolverán de forma independiente miles de procesos enturbiados hoy por la corrupción de los administradores de justicia.
La descolonización en Bolivia es además, a juicio de sus autoridades, la oportunidad histórica de trasmitir a otras naciones experiencias como la de defender el acceso al agua potable como un derecho humano.
Morales alertó, no obstante, que la Revolución democrática y cultural no deja de estar amenazada por quienes desde dentro y desde fuera apuestan ahora por confundir y enfrentar a los propios protagonistas del cambio.
En ese sentido, la descolonización y su victoria definitiva, afirmó, están ligadas de forma indisoluble a la necesaria unidad de los sectores más humildes, tal como la concibieron los forjadores de la nación suramericana.
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