sábado, 15 de octubre de 2011

LA CRUZ DEL TIPNIS

Sacramento (La Paz), 15 Oct. (ANF).- Fernando Vargas apela al Evangelio para describir las penurias de los marchistas en dos largos meses de caminata. “Como nos pidió Jesús, cuando nos dijo toma tu cruz y sígueme”, dice mientras trepa la cuesta de Sacramento, entre Yolosa y Chuspipata, “nosotros cargamos nuestra cruz y salimos al camino”. Y como Jesucristo, añade, “fuimos maltratados, insultados y golpeados”.

El líder de los indígenas defensores del TIPNIS camina a paso lento y acompasado al frente de la columna, escoltado por banderas blancas y tricolores. De vez en cuando, voltea la cabeza para constatar el ritmo de la marcha, y haciendo visera con la mano derecha para cubrirse del sol, contempla la larga fila multicolor que avanza serpenteando por la cornisa del llamado “camino de la muerte”, entre precipicios y acantilados.

A dos meses exactos de su partida de Trinidad y a menos de 100 kilómetros de La Paz, donde pretenden entrevistarse con el presidente Evo Morales en busca de respuesta a sus planteamientos, los indígenas creen que su esfuerzo ha tenido hasta ahora un rédito político innegable.

”Ha despertado la conciencia de los bolivianos y ha logrado unir a todo el país en torno a la defensa del medio ambiente”, dice Vargas en un breve balance de las ocho semanas de caminata, aunque prefiere no hablar de un “triunfo político” a la espera de la llegada de la marcha a La Paz.

Sin embargo, no se hace ilusiones sobre un eventual encuentro con el presidente Evo Morales. “Como él no ha tenido tiempo para venir a hablar con nosotros, nosotros nos estamos dando tiempo para ir a La Paz para hablar con él”, dice con no poca ironía. Pero, al mismo tiempo, reconoce que, a estas alturas del partido, es difícil saber si el mandatario recibirá o no a los marchistas. “En realidad, no sé qué decir”, resume, sin revelar, por otra parte, los planes que tiene en mente en caso negativo.

Vargas apunta en el renglón positivo del balance la solidaridad que recibieron los marchistas en San Borja, Rurrenabaque y Caravani, y no duda en señalar como los puntos negativos la represión policial de que fueron víctimas en Yucumo y los esfuerzos del gobierno para desprestigiar y paralizar la marcha. “Pero eso ya pasó, ya estamos en las puertas de La Paz”, dice aliviado.

A pesar de las dificultades que entraña la nueva etapa de la marcha, como los cambios de clima y el ascenso desde los 1.300 metros sobre el nivel del mar de Yolosa hasta los 4.000 de Chuspipata, los indígenas marchan animados y con la mente puesta en la sede del gobierno.

Muchos de ellos no conocen la ciudad. “Me han dicho que es muy linda”, dice Jacinta, ilusionada, como muchos de sus compañeros, por las noticias que llegan desde la gran urbe sobre los preparativos para una recepción triunfal. Los dirigentes que van y vienen de La Paz, hablan de un “cordón humano” que recorrerá la Avenida de las Américas, la Bush, la Camacho y la Mariscal Santa Cruz para rematar en la Plaza San Francisco.

Los cambios de clima y alimentación han provocado estragos entre los niños que acompañan a sus padres, en tanto que el ascenso a la montaña ha causado en el primer día, poco después de la salida de Yolosa, al menos seis desmayos engre los adultos.

“¡Doctor, doctor!”, recorre el grito a lo largo de la columna, cuando alguno de los marchistas desfallece por el calor y el cansancio. Desde el jueves pasado, la alcadía paceña ha puesto a disposición de los marchistas un consultorio médico ambulante, dos ambulancias y dos camiones cisterna con agua potable.

“Los principales problemas son el agotamiento en los adultos y las diarreas en los niños”, dice una enfermera, a quien le preocupa el frío que se empieza a sentir por las noches y las madrugadas y que está ocasionando muchos resfríos. “Nos preocupa, sobre todo, por los recientes brotes de gripe A que se han producido en el país”, agrega.

La temperatura en el recorrido varía considerablemente, desde los 30 grados de Yolosa hasta los cinco o menos de La Cumbre, donde seguramente llegarán entre el lunes y martes próximos tras pernoctar en Chuspipata, a unos 60 kilómetros de La Paz.

En Sacramento, a 22 kilómetros de Yolosa, los marchistas hacen un alto en el camino y levantan campamento para comer y pernoctar. Las mujeres reparten sopa de fideo, arroz con pollo, plátano, pan y refrescos. La presidenta del Comité de Marcha, Jenny Suárez, dice que escasea la carne y el aceite y pide carpas grandes de nylon para proteger a los caminantes en su próximo ascenso a La Cumbre.

Vargas afirma que el pueblo boliviano “sabrá responder” al gobierno de Evo Morales por su actitud ante al marcha, pero se abstiene de señalar si esa respuesta se dará a través del voto nulo en las elecciones judiciales del domingo. “Yo prefiero no hablar de las elecciones. Estoy seguro de que el pueblo votará a conciencia, pero yo no le puedo decir cómo”, afirma.

A pesar de haber sido golpeado y detenido durante la represión del 25 de septiembre pasado en Yucumo, el líder de los indígenas del TIPNIS prefiere pasar de página y mirar adelante. Lo único que le preocupa es el eventual encuentro con el presidente Evo Morales a la llegada de los marchistas a La Paz.

”Esperemos que el presidente mire su investidura y asuma su responsabilidad como presidente, que es resolver los problemas, resolver el problema del TIPNIS, que él mismo ha creado con su proyecto de carretera sin consulta previa y violando la Constitución”, dice.

”Si él quiere recuperar su investidura, porque no se la hemos dañado nosotros, se la dañado él mismo, tiene que reflexionar , mirar atrás, y si nos considera minoría, tiene que pensar que esa minoría lo puso donde está y tiene que respondeer a cada uno de los 16 puntos de  nuestra plataforma”, concluye.

La marcha prosigue lentamente rumbo a Chuspipata. Hombres y mujeres parecen deslumbrados por el paisaje. Acostumbrados a los llanos, ven con ojos desmesurados los profundos precipicios que bordean la carretera. “¡Agua, agua!”, gritan jubilosos al pasar por debajo de las cascadas que se precipitan a cada paso sobre el camino. Es el momento de la algarabía y el refresco, entre silbatos y redoble de tambores.

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