sábado, 8 de octubre de 2011

DESATENCIÓN DE AUTORIDADES HACE QUE CONFLICTIVIDAD EN LA CIUDAD DE EL ALTO SEA PERMANENTE, SEGÚN ESTUDIO

La Paz, 8 Oct. (LÍDER / GAIA).-  A esa conclusión llegó un diagnostico realizado por la Fundación “Sembrando Esperanza”, institución que analizó la conflictividad en la ciudad de El Alto en lo que va de la gestión, determinando que en esta urbe, las protestas, marchas, paros, huelgas y manifestaciones violentas surgen, principalmente, por la insatisfacción que sienten los habitantes respecto a la casi nula atención que reciben de las autoridades del gobierno municipal.

De acuerdo a declaraciones del director de dicha institución, Rolando Lazarte, en el municipio alteño, entre enero y septiembre de esta gestión se registraron más de 150 conflictos en las diferentes zonas de los 14 distritos del municipio, situación que determina, según el análisis, que casi no exista un día en el que no haya algún problema en esa ciudad.

“Nosotros hacemos seguimiento a este tema de conflictos y del trabajo que hacemos podemos determinar que no hay un día, de los 365, que no se haya presentado un conflicto, esto se debe a la falta de espacios de diálogo abierto y franco, con información transparente, desde las gestión pública hacia las organizaciones sociales. Hay demandas que el gobierno municipal no está pudiendo atender debidamente”, reveló Lazarte.    

La falta de espacios en los que exista un dialogo abierto y la postergación de obras en barrios periurbanos de la ciudad de El Alto serian los factores principales para que  surjan los conflictos. Asimismo, el análisis determina que el protagonismo en cada confrontación es, en primera instancia, ocupado por juntas vecinales; mientras que el sector juvenil, en especial la Universidad, ocuparía la segunda plaza en la realización de protestas.

Lazarte también detalló que el distrito ocho (inmediaciones de la ex tranca de Senkata) es el que mayor conflictividad y contundencia registra, debido a que en inmediaciones de este barrio se encuentra la Planta Engarrafadora que al ser “bloqueada” ocasiona una suerte de alarma por el desabastecimiento de carburantes, aspecto aprovechado por los manifestantes para ejercer presión.

“Entre los grandes (conflictos) creo que se ha llevado la flor, en esta gestión, el Distrito Ocho porque en el año realizaron dos bloqueos, aplicando presión y logrando resultados a través de ese medio de protesta que no es el mejor método, pero es el más efectivo. No creo que se movilizaran por intereses específicamente distritales, sino en algún momento asumieron protagonismo por demandas que eran de toda la ciudad de El Alto”, apuntó.  
   
El análisis concluye detallando que existe disconformidad en los vecinos alteños que denuncian falta de obras, atención médica y la mala calidad educativa, siendo estos tres aspectos los orígenes de todas las marchas y paros en lo que va del año. 
Más conflictos

Otra investigación llevada adelante por el Observatorio de Análisis de Conflictos Sociales (CERES) revela que en los últimos 40 años se ha registrado, en promedio, un conflicto cada día en Bolivia.

Según este documento, en el período comprendido entre 1970 y 2010 hubo 13.897 conflictos de diversa índole.

Las marchas de protesta o los bloqueos contra el gobierno, la alcaldía, los jueces o los fiscales son tan frecuentes que dan la sensación de estar viviendo en un eterno conflicto.
El análisis señala que la conflictividad, por lo general, está asociada a la distribución de la renta proveniente de los recursos naturales (IDH) o por la mala administración de las autoridades locales y regionales.

Creatividad conflictiva 
El mismo análisis señala que entre las más comunes formas de protesta se encuentran las marchas callejeras, caminatas de días o semanas por carretera, el bloqueo de caminos o de las "mil esquinas" en las ciudades, las huelgas generales, los paros escalonados y las huelgas de hambre.

Mientras que entre las manifestantes más radicales se evidencian crucifixiones, aunque sin clavos, personas que se entierran hasta el cuello o encierran en una habitación tapiada sin comida ni agua, además de aquellos que se sacan sangre para escribir carteles de protesta.

Hubo casos extremos de protestas como la voladura de ductos de gas o agua y la toma de represas o de generadoras de electricidad, sin medir consecuencias personales.

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