La Paz, 5 Oct. (LÍDER / infolatam).- Las esposas de los policías bolivianos que reprimieron una marcha indígena contra una carretera acusaron hoy al presidente Evo Morales de haberlo ordenado y dijeron que sus maridos se amotinarán si alguno es castigado por ello, al tiempo que pidieron perdón a los marchistas.
La presidenta de la Federación de Esposas de Policías, Guadalupe Cárdenas, visitó a un grupo de mujeres indígenas para pedir perdón por la actuación de sus esposos, que el mismo Morales calificó de “imperdonable”, pero también para subrayar que los agentes solo cumplieron órdenes del mandatario.
“Hemos venido a pedir que nos perdonen porque ha sido una orden y la ley del sector dice que si no se acata la orden, es baja inmediata”, declaró Cárdenas.
Los policías “están entre la espada y la pared” y han decidido que si alguno es castigado o echado de la institución, “habrá un motín a nivel nacional”, aseguró a los medios.
“Tiene que investigarse quién ha dado la orden y para eso tiene que mirarse al espejo el señor presidente”, insistió Cárdenas.
Morales ha negado reiteradamente que haya sido él quien ordenó la represión del domingo 25 de septiembre, que fue condenada por la ONU y originó la dimisión de dos ministros y otros funcionarios, además de deteriorar su imagen de ecologista e indigenista.
El mandatario nacionalista culpa a la Policía de haberlo hecho, supuestamente para perjudicar su imagen, mientras que sus colaboradores también niegan cualquier responsabilidad.
Los indígenas, que marchan contra la carretera desde el 15 de agosto porque partirá en dos una reserva ecológica, le acusan de cambiar todos los días de versión y de culpables, ya que también ha acusado a numerosas personas e instituciones nacionales e internacionales en las últimas semanas.
Morales dice que hay otro complot en su contra y ha acusado a los amazónicos, a varias ONG que le ayudaron a llegar al poder en 2006, a exfuncionarios y exmilitantes del oficialismo, a la derecha, a periodistas y medios de comunicación, a la embajada de Estados Unidos y a la agencia de cooperación de ese país, Usaid, entre otros.
Sin embargo, según la prensa local, cuando los indígenas habían sido dispersados por varios pueblos de la Amazonía, el Gobierno de Morales pidió a la embajada estadounidense, sin éxito, un avión Hércules de operaciones antinarcóticos para devolver a los nativos amazónicos a sus comunicados.
Un millar de indígenas, de los 1.500 que salieron de la ciudad amazónica de Trinidad hace casi dos meses, siguen la marcha contra la carretera financiada por Brasil y construida por una empresa de esa potencia regional, parte de su plan geoestratégico para salir al Pacífico.
La marcha está hoy a unos 200 kilómetros de La Paz, en la población de Entrerríos y, al ritmo que lleva, si no hay nuevos incidentes, llegará la semana próxima a esta ciudad, sede del Gobierno y del Parlamento.
Entre tanto, Morales y sus colaboradores alientan en La Paz una contramarcha el próximo miércoles 12, con la intención de mostrar respaldo al mandatario.
Ya antes del ataque a los indígenas, que dejó más de 70 heridos, según la Fiscalía, el Gobierno organizó un bloqueo con cientos de fieles a Morales y medio millar de policías para impedir que la marcha siguiera hacia La Paz.
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